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Unos pocos casos de diferentes tipos

 

  • Mujer con lupus, desorden del sistema inmune que lo hace atacar al propio cuerpo.

Proceso: Reconocer como causa el sentimiento de culpa por un aborto provocado veinte años antes, revivir ese dolor para que esto le permitiera perdonarse y abandonar el autocastigo expresado en el lupus, lo cual da vía libre a un proceso de curación física.

 

  • Hombre adulto. Durante años ha sentido una molestia interna entre el oído y el seno maxilar izquierdos; se ha sometido a numerosos exámenes médicos que no muestran diagnóstico ni resultado alguno.

Proceso: La sesión lleva a una vida pasada en la cual, siendo adolescente, recibió un garrotazo de parte de un hombre adulto. Esto le causó una herida que nunca sanó completamente y que soportó durante toda esa vida. Tiene una larva energética de la misma forma de la herida y en el mismo lugar; el sanador la extrae. El paciente deja de sentir la molestia e interrumpe el tratamiento. Es posible que haya vuelto a presentarse la molestia, pues aún no había perdonado a su atacante.

 

  • Madre: Desde su último parto, 22 años antes, ha sentido dolores en la cadera. Los atribuye a una mala aplicación de una anestesia local durante el parto.

Proceso: El sanador encuentra suciedad energética en la superficie del hueso de la cadera y extrae esta suciedad. La paciente deja de experimentar los dolores.

  • Hombre de 30 años: Sufre hipertensión arterial con dolores de cabeza y ojos enrojecidos.

Proceso: El sanador, con la ayuda de sus guías espirituales, hace una limpieza del corazón del paciente; en pocos días desaparece el problema.

 

  • Mujer de 50 años: Tiene un quiste en cada ovario aproximadamente del tamaño de una pelota de tenis cada uno. Por otra parte tiene una masa que se percibe adjunta a su intestino grueso.

Proceso: A lo largo de numerosas sesiones se hace el tratamiento energético de los quistes ováricos mientras simultáneamente la paciente procesa conscientemente los problemas de su infancia en relación con su madre. Llega el momento en que el sanador percibe que ya no existen los quistes y la paciente se hace tomar una ecografía para compararla con otra anterior. Se comprueba que los quistes no existen. Por otra parte la paciente nunca se decidió a afrontar los aspectos emocionales relacionados con la masa en su intestino, la cual no varió en absoluto durante ese largo período de sesiones de sanación.

 

En última instancia, la sanación depende de la soberana decisión personal de cada persona.